el día que la música se detuvo

¿qué es lo que escuchas cuando no te puedes oír a ti mismo?

Kiki Aguilar
3 min readJul 10, 2021
meru

me considero un ser musical, no porque sepa cantar o tocar algún instrumento, sino porque soy fan de la música. escucho música cuando estoy feliz, cuando estoy enojada, cuando estoy triste, cuando busco inspiración, cuando cocino, cuando trapeo, cuando me baño, incluso a punto de dormir.

cualquier persona que me conozca puede encontrarme tarareando canciones en cualquier momento del día (more often than not, estaré tarareando Noche de paz o Una vez en Diciembre, si soy honesta). asimismo, puedo considerar mis audífonos como una de las posesiones más preciadas que tengo.

debo decir que dar el salto a los audífonos inalámbricos ha sido de lo mejor que me ha pasado en esta pandemia; no tardaba mucho en tener que reemplazar los audífonos de cable por tanto usarlos. o quizá era por comprar audífonos de mala calidad, que sé yo. el punto es que mis audífonos y yo prácticamente somos uno a estas alturas. si bien mucho antes eran solo una herramienta de entretenimiento, se convirtieron en una extremidad más.

claro, no son el mejor aliado para establecer relaciones personales y muchas veces me obligan a estar ausente de lo que sea que esté ocurriendo a mi alrededor. en mi defensa, esta (poco saludable) relación surgió como un mecanismo de defensa que por varios años me mantuvo cómodamente desconectada de las discusiones maritales de mis padres. era como una varita mágica: conectaba los audífonos y voila. mi mente salía volando del coche, la cocina, o donde fuera que estuviera, y le ponía mute a todo lo demás.

no podía evitar reír mentalmente cada vez que mi papá decidía regañarme por traer esos “chícharos” pegados todo el tiempo. ironías de la vida. sin embargo, en algún momento dejó de ser un simple método de escape para transformarse en algo más absorbente, sofocante incluso. algunas veces la música parecía distorsionarse y convertirse en puro ruido. como ocurre en la saciedad semántica, mi mente no podía encontrar el sentido o el confort que buscaba y me quedaba con la cabeza llena de estática.

hoy finalmente me saqué los audífonos. y no fue exactamente porque quisiera estar más presente o conectar con los demás, lo admito; más bien fue gracias a mi escritora wannabe interior. y es que he intentado motivarme a escribir durante semanas sin conseguir nada, como si mis pensamientos no pudieran terminar de acomodarse y mis palabras escaparan una a una de mis dedos. extraño, porque mi mente siempre está pensando, planeando, imaginando.

entonces me di cuenta de algo: ¿y si la razón por la que no logro escuchar mis pensamientos es porque siempre traigo el spotify prendido y los audífonos bien metidos? ¿será tanta música capaz de eclipsar mi propia voz? probablemente. por ahora, mientras lo averiguo, llevo cerca de una hora sin escuchar más que los coches que pasan por la calle, el golpeteo del teclado y el murmullo inentendible de una canción proveniente de alguna casa lejana. mientras tanto, también llevo escritas 503 palabras más que antes. me pregunto cuántas más lograré.

--

--

Kiki Aguilar

Lesbiana aromántica habla inglés sola y escribe como terapia gratis.